EGIPTO: CUNA DEL MONACATO CRISTIANO
- lu bre
- 15 nov 2015
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Casi no hay duda acerca del momento y el lugar de aparición del monacato en Oriente. El lugar fue el bajo Egipto y el momento a finales del siglo III; específicamente la Iglesia egipcia del año 271.
«En Egipto aparecieron las primeras grandes de figuras de monjes, universalmente admitidas y propuestas como modelo. En Egipto se especificaron relativamente pronto las principales formas de vida monástica –el anacoretismo y, sobre todo, el cenobitismo- , con perfiles nítidos, perfectamente determinados. Por su numero, sus proezas ascéticas, su discreción, su doctrina y sus virtudes, los monjes de Egipto alcanzaron pronto gran celebridad: se escribe sobre ellos; se emprenden largas y penosas peregrinaciones para visitarlos; se recogen avaramente sus dichos y hechos. A fines del siglo IV es Egipto el país clásico del monacato, el paraíso de los monjes.»
Por consiguiente se podría decir que el monacato es una autentica creación del Egipto cristiano. Ahí mantuvo con mayor rigor su total separación del mundo y casi no intervino en el curso de la historia, salvo en controversias doctrinales, pero en lo que se refiere a la vida política o económica el monacato no tuvo influencia.
Pero ¿ por qué surgió el monacato precisamente en Egipto?
El clima y el terreno, en el sentido del desierto y la soledad son favorables. Por otra parte hay que tener presente que en Egipto permanecía una cultura milenaria, esto hace que los cristianos aburridos de esa cultura huyan del mundo.
Pero si queremos dar una razón más positiva ésta tendría que estar enmarcada en el ámbito de la creencia o expectativa del mas allá, esta actitud espiritual y religiosa básica, de la que tantas generaciones se habría nutrido, era altamente apropiada para albergar y hacer fructificar las vocaciones cristianas.
En pocos decenios, regiones del alto Egipto muy alejadas de los grandes asentamientos humanos ( llamadas mas tarde la Tebaida por referencia a su centro geográfico, Tebas) y la zona del desierto de Nitria al sudoeste de Alejandría, se vieron pobladas por numerosos hombres que construían chozas o alojaban en cuevas, demostrando así que el desierto de Egipto era el ambiente propicio para el inicial desarrollo del monacato cristiano.
Por otra parte la situación económica y política contribuyó de cierta manera al éxito del monacato en Egipto. Pero la vida monástica en el desierto es demasiado dura para que resulte soportable a hombres sin fe. Lo que realmente explica este éxito es el misticismo ardiente y el modo heroico de soportar el sufrimiento.
«Resulta natural que en un pueblo cristiano de tales características floreciera exuberante la vida religiosa. El monacato fue en Egipto no sólo un fruto de la sabia y helenista Alejandría, sino del sencillo y ardiente pueblo copto. Fueron estas gentes rústicas, sin educación, las creadoras de las formas monásticas mas probadas, los que proporcionaron a la Iglesia el paraíso de los monjes que fue Egipto a lo largo de los siglos IV y V.»
Es así como Egipto a partir del siglo III se va transformando en la cuna del monacato no, las condiciones naturales son propicias, los hombres buscan la soledad.
Egipto y su desierto logran entregar lo que los hombres anhelan.
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